cuento
Había
una vez…un niño llamado Pedro, al que le gustaba mucho el fútbol. Siempre solía
ir con su padre a ver los partidos de su equipo favorito al estadio y vibraba
de emoción cuando ganaba. Soñaba con convertirse en una estrella, como
los jugadores que tanto admiraba.
Sin
embargo, su situación en el cole distaba mucho de ser como en sus sueños.
Cuando sus amigos tenían que elegir a los miembros del equipo, a él siempre le
elegían el último ya que los demás consideraban que no era demasiado
habilidoso.
Todos
los días se iba a casa cabizbajo fantaseando con la idea de coger el balón en
el próximo partido, y regatearles a todos para demostrar la calidad que tenía
dentro de él. Pero cuando jugaba se sentía presionado, no era capaz de
demostrar nada.
Un
día su padre le recogió del cole y notó que algo no iba bien:
– ¿Qué te pasa Pedrito, por qué tienes
esa cara de tristeza?– Le preguntó el padre
– !Quiero demostrar a todos lo bueno que
puedo ser jugando al fútbol! Pero no consigo jugar bien, necesito tener más confianza- Contestó
Pedro
– No te preocupes, eso tiene arreglo.
¿Sabes lo que vamos a hacer? Cómo se acercan las vacaciones de Navidad, vamos a
entrenar todos los días tu y yo. Ya verás como con el nuevo año vas a dejar a
todos con la boca abierta– Le sugirió su padre.
Pedro
se puso a saltar de alegría, sabía que si su padre le ayudaban iba a mejorar
muchísimo. Sus ojos rebosaban de felicidad, además su padre se sintió muy bien
al saber que había conseguido consolarle.
Y
así, Pedro se pasó todas las vacaciones de Navidad entrenando varias horas al
día. No sólo estaba feliz por el hecho de ir mejorando, sino que también
valoraba el pasar más tiempo con su querido padre.
Llegó
el nuevo año y con él, la vuelta al cole. Pedro estaba deseando que llegara la
hora del recreo en la que jugarían un partido los niños de todo el
colegio, el primer partido del año. Estaba nervioso pero ahora si que confiaba
en sus posibilidades, como siempre, le eligieron el último, pero una pequeña
sonrisa asomaba en su cara.
En
el primer balón que le llegó, hizo la jugada que había hecho un millón de veces
en sueños, regateó a todos y marcó el mejor golazo que se había visto en
el cole. Todos los niños fueron a felicitarle, mientras le animaban. Pedro
comprendió que con esfuerzo y constancia se pueden conseguir muchas cosas,
consiguió cumplir su propósito de año nuevo.
FIN
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